"Una voz que me llama y no quiere llamarme. Una voz que parece que se apaga al callarse."
En el transcurso de la existencia, muchas personas llegan a nuestra vidas y se cruzan en nuestro camino. Algunas permanecen, y otras se van, y con ellas su voz. Algunas diáfanas, otras dulces, muchas otras suaves, fuertes, con autoridad o quizá inaudibles... pero nada revela tanto el carácter de una persona como su voz, por ello se hace difícil olvidarnos de alguna en particular, y más, si han tocado parte de nuestro ser, quedándose en nuestra mente, retumbando en los momentos de mayor silencio... o más aún, cuando se guardan en el corazón, llenando de nostalgia la vida misma.
De alguna manera, la voz humana conspira, para profanar todo en la tierra y es cuando no podemos deshacernos de ella tan fácilmente, menos cuando ha estado clavada en la mente y el corazón y hace parte ya del alma. La voz convence, seduce, enamora, libera, conmueve... sin ser realmente conscientes del poder que tiene.
Mediante la voz podemos transmitir sensaciones de paz y tranquilidad, pero también de odio. Su impacto perdura e influye en nosotros, mas de lo que creemos, por la carga emocional que transmiten. Podemos utilizar la voz para mejorar nuestro propio bienestar físico, mental, emocional o espiritual: susurrar, cantar, liberar dolores emocionales o físicos... o bien, como instrumento terapéutico hacia otras personas dirigiéndoles palabras sinceras, optimistas o compresivas...
Sin embargo, encontrar la voz del corazón; esa es la médula de todo encuentro!